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Abandonado por Obesidad, pero Descubrieron su Increíble Secreto que Cambió Todo

Lo dejaron tirado en la calle por tener obesidad mórbida pero se les olvidó un pequeño detalle. Esta es la historia de Esteban, un juez acostumbrado en su trabajo a tratar con toda clase de crímenes y criminales. Sin embargo, fue en la calle y no en los tribunales donde trabajaba que encontró el caso más aterrador de todos cuantos tuvo noticia.

Todo empezó una tarde en que Esteban salió de su oficina. No había sido un buen día; la noche anterior había firmado los papeles de divorcio con su esposa después de un matrimonio de años. Ella no le dio mayores explicaciones y simplemente le comunicó la decisión de separarse de él. Por eso, ese día Esteban no había logrado concentrarse en su trabajo y cuando salió de la oficina estaba profundamente cansado. Se montó en su carro y decidió que no iría directamente a su casa. Enfrentarse a la soledad de su casa, en la que hasta hace poco lo esperaba siempre su mujer, podría resultarle doloroso. Fue entonces cuando tomó una decisión aparentemente tonta pero que, sin embargo, le cambiaría la vida para siempre.

Deambulaba sin rumbo por la ciudad, buscando hacer un poco de tiempo. En medio de ese recorrido espontáneo, fue cuando Esteban lo vio. Al principio, creyó que se trataba de un montón de bultos de basura mal apiladas, pero conforme su carro se acercaba, le resultó raro el color de las bolsas de basura, que eran de color piel. Solo cuando estaba a unos cuantos metros, Esteban pudo comprobar para su horror de qué se trataba verdaderamente: aquel bulto no eran bolsas de basura, sino el cuerpo humano de una persona obesa y completamente desnuda.

Esteban no lo pensó dos veces. Sin temer que las personas que atacaron a aquel sujeto estuvieran todavía rondando por allí y lo atacaran a él también, Esteban detuvo el carro, con mucha dificultad subió al sujeto en la parte trasera e intentó brindarle los primeros auxilios. El pulso del hombre obeso era débil y no respondió a ninguno de los intentos de reanimarlo. Desesperado, Esteban volvió a su asiento y condujo desesperadamente hasta el hospital más cercano. Allí, el hombre obeso e inconsciente fue internado para iniciar desde entonces una ardua batalla contra la muerte.

La Identidad del Hombre Olvidado

Aunque el trabajo de Esteban como juez no era investigar, sino más bien emitir juicios sobre la base de las pruebas y las investigaciones realizadas por otros, sintió que no podía quedarse con los brazos cruzados. Se involucró en el caso como si se tratara de un civil más, entablando una demanda por los daños causados contra aquel hombre débilmente arrojado en la calle. El problema era que, por encontrarse completamente desnudo y sin ningún documento personal, la identificación del sujeto resultaba bastante difícil. A lo que se sumaba el hecho de que el sector donde había sido hallado no contaba con cámaras de seguridad. Era como si los criminales que lo golpearon y lo dejaron allí tirado hubieran tenido un macabro plan fríamente calculado para evitar ser descubiertos.

Para bien o para mal, el cotejo de las huellas dactilares del sujeto con la base de datos de la policía permitió identificarlo, pues contaba con un antecedente penal. El sujeto obeso se llamaba Víctor, y un par de años atrás había sido capturado por presentarse a un restaurante con un arma pidiendo que llamaran a la policía. Una vez esta llegó, el hombre se dejó capturar sin oponer ningún tipo de resistencia; parecía dichoso de que lo atraparan. En su juicio, el abogado de Víctor logró demostrar que el arma con que se presentó en el restaurante era de juguete. Ello, sumado al testimonio de las personas presentes que afirmaron que Víctor no robó a nadie y fue amable, y a su arrepentimiento entre sollozos, posibilitó que el juez dictara su libertad condicional. Era evidente que no resultaba un peligro para la sociedad y que aquel acto en el restaurante no era otra cosa que una medida desesperada de una persona inestable emocionalmente, seguramente deprimida por su obesidad. Por eso, el juez de aquel caso dictaminó que además de una fianza, la libertad condicional de Víctor estaría sujeta a que él se comprometiera a seguir una terapia psicológica.

A los ojos de Esteban, el descubrimiento de aquellos antecedentes no hacía sino llenar de interrogantes el caso. ¿Acaso el intento de robo en el restaurante había sido algo más que una medida desesperada? Quizá Víctor estaba involucrado en negocios turbios por los cuales habrían intentado asesinarlo. Sin embargo, Esteban se llevó una profunda decepción cuando se enteró de que estas dudas no eran compartidas por los investigadores que llevaban el caso. Para ellos, el antecedente de Víctor permitía concluir que en esta ocasión también todo se trataba de un episodio de depresión producto de su obesidad y, no existiendo más culpables que el propio sujeto, el caso podía cerrarse.

No importó que el cuerpo de Víctor mostrara signos de golpes. Se explicó que estos golpes habían sido el resultado de desmayarse en la calle y el caso se cerró. Esteban, no obstante, se había tomado aquello como un asunto personal y no estaba dispuesto a darse por vencido.

El Descubrimiento de la Verdad

Con los datos que le permitían el expediente judicial encontrado en los archivos de la policía, Esteban logró ubicar al psicólogo que había tratado a Víctor y se entrevistó con él. Al principio, no fue fácil ganarse su confianza. Pese a la condición de juez de Esteban, el psicólogo no quería darle ninguna información sobre las sesiones de Víctor sin una orden judicial. Al haberse cerrado el caso, Esteban, a pesar de ser juez, no contaba con argumentos legales para emitir dicha orden. Así que se dedicó a contarle en detalle el caso de Víctor: que había sido encontrado desnudo y con golpes en la calle, que todavía se encontraba inconsciente en un hospital debatiéndose entre la vida y la muerte y que, sin embargo, la policía había dado por cerrado el caso. Al escuchar esto, el psicólogo, convencido de que tras todo aquello se escondía algo turbio, entregó a Esteban los diarios de Víctor.

En aquellos diarios, Esteban leyó una verdad aterradora. Víctor era el menor de tres hermanos de una familia opulenta. Desde su adolescencia había comenzado a sufrir una mórbida obesidad que no pudo controlar con nada. Pero lo grave de su situación eran las constantes burlas a las que había sido sometido por sus hermanos. Comenzaron a odiarlo y a hacerle la vida imposible. Cuando el padre murió, dejó todas las propiedades a nombre de Víctor, esperando que con ello las burlas de sus hermanos desaparecieran. Pero lejos de eso, los hermanos incrementaron sus abusos buscando que Víctor se suicidara para así poder heredar las propiedades de su difunto padre.

Desesperado, Víctor creyó que estaría mejor en una cárcel que al lado de sus hermanos, e intentó asaltar un restaurante con el único objetivo de que la policía lo capturara. Durante el juicio, se dio cuenta de que estaba cometiendo una locura, se arrepintió y pudo eludir la cárcel. En los diarios no se relataba de manera explícita qué había pasado el día en que Víctor apareció desnudo y golpeado en la calle, pero para Esteban no había lugar a dudas: sus hermanos habían sido los culpables. Habían intentado asesinarlo para heredar sus propiedades.

Con los diarios como argumento legal, Esteban emitió en su calidad de juez una orden de captura contra los hermanos de Víctor, quienes fueron capturados a las pocas horas. Durante el juicio, aquellos sujetos confesaron todo: intentaron asesinar a su hermano para quedarse con su herencia. Lo desnudaron, lo golpearon, lo montaron en un carro y lo arrojaron de él en movimiento. Lo irónico es que al momento de planear aquel macabro plan, olvidaron un pequeño detalle: su padre, al morir, había jurado que solo Víctor heredaría su dinero y que jurídicamente todo estaba listo para asegurarse de eso. Por medio de una figura legal, ya todo estaba arreglado para que si Víctor moría, sus propiedades no serían heredadas por sus hermanos, sino por una fundación que ayudara a las personas afectadas por la obesidad.

  • La muerte de Víctor, de haberse producido, habría sido en vano.
  • Afortunadamente, Víctor logró sobrevivir.
  • Tras salir del hospital, él y Esteban se hicieron buenos amigos.
  • Gracias a esa amistad, Víctor encontró la fuerza necesaria para iniciar una dieta de nutrición y ejercicios que le permitiera superar su obesidad extrema.

Esta es la historia de cómo un juez y una persona olvidada en la calle unieron fuerzas para luchar contra la adversidad y encontrar justicia, no solo en los tribunales sino en la vida misma. Una lección de amistad, perseverancia y redención.

El video original puedes verlo pinchando AQUÍ

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