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Increíble suceso: Perro abandonado en bosque ¡Vuelve después de años!
Cuando un hombre se vio incapaz de cuidar bien a su perro, decidió que en lugar de darlo en adopción o llevarlo a un refugio, lo llevaría a lo más profundo del Bosque y lo dejaría allí. Pero años después, ocurrió algo increíble, algo que el solitario y abandonado perro no esperaba ni en un millón de años.
La vida de Dakota y Paul
Dakota era una perrita preciosa y cariñosa, muy fiel a su dueño. Un hombre llamado Paul la había adoptado cuando era solo un cachorro y la había criado hasta convertirla en una perra fina y fuerte. Ambos solían dar largos paseos y se pasaban todo el día al lado del otro, dondequiera que estuviera Paul, también estaba Dakota. Tenían la relación perfecta y más ideal que un hombre y un perro pudieran tener. Además, Paul cruzaba a Dakota con otros perros para producir cachorros que se vendían por un precio bastante considerable una vez que eran lo suficientemente mayores. Dakota era una madre fantástica y cariñosa, y cuidaba de todos y cada uno de sus pequeños, desde que nacían hasta el momento en que debían despedirse.
Pero había algo extraño en Dakota, producía crías con un aspecto muy parecido al de los lobos. Una vez había escapado y se había reproducido con uno, y sus dos camadas desde entonces se parecían mucho a los depredadores salvajes que vivían en el bosque. Paul se sorprendió, pero no le importó. Todos los cachorros tenían un aspecto exótico y su precio era mucho más alto cuando los vendía. Pero desgraciadamente, llegó el día en que Dakota ya no pudo ser madre de más cachorros. Había dado a luz a cuatro camadas, cada una con cuatro o cinco perritos. El proceso repetido estaba haciendo mella en su cuerpo, y los doctores desaconsejaron a Paul que le buscara una pareja para criar de nuevo.
Fue entonces cuando la relación entre Paul y Dakota empezó a cambiar. Paul se volvió más frío con ella y pasaba menos tiempo cuidándola. Era como si estuviera perdiendo poco a poco el interés en su mascota. Un día, llevó a Dakota a dar un paseo en el bosque. Caminaron y caminaron, adentrándose en el bosque, sobre las colinas, a través de los árboles, y mucho más allá de donde habían caminado antes. Después de un buen rato, el hombre le quitó el collar y le lanzó un palo para que lo persiguiera. El animal salió disparado tras él, resulta que le encantaba jugar a buscar el palo y se lanzó a por él en cuanto aterrizó, mordiéndolo y rodando con él en la boca. Pero cuando se puso de pie, se percató de que estaba sola. Miró a su alrededor, gimiendo en silencio antes de empezar a ladrar, llamando a su amo, pero Paul no aparecía por ninguna parte. Caminó por donde habían venido, pero no había rastro de él. Estaba perdida y sola. Poco a poco, Dakota empezó a darse cuenta de que la habían abandonado. Con el corazón encogido, se hizo un ovillo sobre las hojas y se quedó dormida.
Cuando despertó, estaba oscuro y hacía frío, pero su olfato le decía que no estaba sola. Podía oler a otro animal, o tal vez a más de uno. Mirando a su alrededor, forzó la vista en la oscuridad para ver lo que sus sentidos ya habían detectado. Y entonces, de repente, salió de la oscuridad un gran lobo gris. Dakota no parecía tener miedo y se levantó para saludarlo. Era una perra grande, pero el lobo seguía sobresaliendo por encima de ella. Se olfatearon durante un largo rato antes de que el lobo decidiera acostarse. Dakota se detuvo un momento antes de acostarse a su lado. Estaba claro que ambos se conocían. Lo cierto es que este lobo era el padre de los hijos de Dakota. Se recordaban mutuamente y sentían un extraño y profundo vínculo animal. El lobo parecía entender que Dakota estaba en una especie de tristeza y le hizo la promesa de protegerla. Esta bestia era claramente el líder de una manada. Otros ejemplares se acercaban y olfateaban a Dakota, enseñando los dientes y gruñendo, pero el líder los reprendía y los ponía a raya. Su manada no tardaría en comprender que, aunque Dakota no era más que un perro, ahora formaba parte de ellos y tendrían que tratarla como uno más.
En el transcurso de los siguientes meses, la perrita se inició en la manada como es debido. Sin duda, echaba mucho de menos a Paul. Pero a medida que pasaban los días y él no venía a buscarla, quedaba más claro que ya no se preocupaba por ella. Se hizo amiga de todos los lobos e incluso pasó tiempo jugando con ellos y acicalándolos. Pero su verdadero talento residía en ser madre. Dakota siempre había sido una madre fantástica, y un día tuvo la oportunidad de poner en práctica todas sus habilidades. Una hembra de lobo había dado a luz recientemente, y el proceso se había cobrado un enorme precio en su salud. Había traído al mundo a tres cachorros, pero había muerto de agotamiento momentos después. Por fortuna, Dakota intervino para ayudar a criar a los pequeños. Los trató exactamente igual que a sus propios hijos, amamantándolos, aseándolos y enseñándoles habilidades esenciales para la vida. Mientras los recién nacidos se convertían en lobos pequeños y adorables, Dakota los vigilaba tal como si fueran sus propios bebés. Sentía que era su deber, y lo cumplía con todo el orgullo. Cuando llegó el momento de que se marcharan y formaran su propia manada, sintió el mismo dolor que había experimentado cada vez que Paul había entregado a sus propios bebés.
El reencuentro y el final feliz
Pasaron algunos años, y un día Dakota fue a estirar las piernas al bosque. Todavía amaba caminar e incluso correr tan rápido como podía, y jugaba como lo hacía cuando pertenecía a Paul. Pero lo que no sabía era que se había alejado demasiado de su manada, perdiéndose en el territorio de otra. Esto era una mala noticia, especialmente para un simple perro. Dakota caminaba alegremente, hasta que notó unos ojos que la observaban. De los árboles surgieron lentamente muchos lobos. La extraña manada se acercó, no estaban acostumbrados a que un perro anduviera por el bosque, y la vieron como una presa fácil de matar y comer. Dakota se acobardó y dejó escapar un gemido bajo cuando la manada de aspecto feroz y furioso procedió a rodearla. No había forma de escapar, la pobre perrita iba a ser asesinada y no había nada que pudiera hacer al respecto.
Dicen que antes de morir, tu vida pasa ante tus ojos. Pues bien, también dicen que lo mismo ocurre con los perros. Dakota recordaba la primera vez que fue adoptada por Paul, cómo le encantaba pasar tiempo con él. Recordaba haber tenido tantos cachorros y, finalmente, cómo él la había traicionado y abandonado en el bosque. Recordaba haber conocido al lobo y que este la había acogido en su manada sin preguntarle. También recordaba haber ayudado a criar a los cachorros y haberlos querido como si fueran suyos.
Dakota cerró los ojos y esperó a que los lobos se abalanzaran sobre ella. Pero entonces, de la nada, escuchó otro ruido. Tres lobos saltaron de la oscuridad y atacaron a los que rodeaban a Dakota. Se concentraron en los atacantes y comenzaron a defenderse. Gruñeron, mordieron, arañaron e intentaron derribar violentamente al nuevo enemigo. Pero tras una larga lucha, la extraña manada se retiró derrotada por los tres fuertes y orgullosos lobos misteriosos. Todo el tiempo, Dakota permanecía acostada en el suelo, tan inquieta como una piedra, esperando no quedar atrapada y muerta en la batalla. Pero al levantar la vista, su cola empezó a moverse al ver a los lobos que acababan de salvarla.
Eran los tres cachorros que había criado varios años antes. Eran mucho más grandes que ella, pero seguían siendo reconocibles al instante. Reconocería su aspecto y su olor en cualquier lugar. Dakota se levantó de un salto y corrió hacia ellos, así calando a cada uno por separado. Aquel día le habían salvado la vida unos niños que no eran suyos, pero estaba claro que veían a Dakota como la madre que nunca tuvieron, y nunca olvidaron la bondad que les había mostrado. Esto demuestra que aunque los humanos suelen dar la espalda, los animales nunca lo harían. Y aunque estén separados por el tiempo, la distancia o incluso la especie, siguen siendo capaces de amarse y defenderse cuando lo necesitan. Entonces, ¿son los animales realmente tan simples de mente, o somos los humanos los que los subestimamos? Eso lo tienes que decidir tú. ¿Qué te pareció esta increíble historia? ¿Serías lo suficientemente fuerte como para abandonar a tu mascota si te hubieran obligado a hacerlo? Como siempre, nos encanta saber de ti, así que asegúrate de dejar tus pensamientos y opiniones en la sección de comentarios más abajo.